Una mirada en perspectiva.

No posteo seguido, aviso a los que se sumaron hace poco al blog. Para los que buscan certezas, podemos decir que acá sale un post cada tanto. Frecuencia oficial. Y cada post se estrena con tanta alegría como los regalos de cumpleaños ¡Y esos son una vez al año!

Ahora estamos en Perú, llegamos a sus playas para quedarnos entre ellas y las de Ecuador los próximos cuatro meses esperando que llegue la temporada seca al Amazonas. En Lima conseguimos 2 tablas de surf para aprovechar las costas de Perú famosas por sus olas. Yo no sé muy bien cómo se encaran, pero con ganas todo se aprende. Vamos a ver que sale…. y si no sale nada me quedo en El Ñuro nadando con tortugas marinas.

En Puerto Malabrigo podes encontrar las olas más largas del mundo. Acá los surfistas meten series de 20.

Surf del modo tradicional

Hoy después de practicar surf y de que las olas me revolcaran de un lado a otro, agotada y con agua hasta en el hipotálamo me senté al sol a recuperar temperatura. Miraba como además de surfistas habían grupos de pescadores que trepaban las olas con unas embarcaciones a las que le dicen “caballito de totora” por estar construidas con tallos y hojas de la misma planta. Salían del mar con una red pequeña llena de peces.
El mar había puesto a trabajar nuestros organismos, nuestros estómagos rugian y con Gus nos miramos y dijimos “¡ceviche!”. Listo, yo voy por la verdura, vos limpias los pescados. Cortamos en trocitos la carne, hicimos jugo de lima que condimentamos con rocoto y sal, unas papitas hervidas y picamos cebolla colorada. Mezclamos todo y en 15 minutos probamos un cebiche que estaba pasadísimo de limón, y gracias a la voracidad que teníamos nos dimos cuenta cuando no quedaba ni rocotos en la fuente.

«del mar a su mesa»

Huanchaco con sus caballitos descansando

Después bien fresquitos y contentos nos pusimos a trabajar.

Pensaba y me acordaba también de mi vida en Buenos Aires y de los malabares que hacíamos para tener 15 o 20 días de vacaciones y de lo absurdo que me resulta ahora la idea de trabajar 345 días para tener 20 de vacaciones que siempre quedaban cortas.
No me mal interpreten, no se trata de NO trabajar, se trata de ejercer la libertad. Nos subimos al carro de lo aceptado por la sociedad, por nuestros padres, o por lo que dicta el mercado y nos olvidamos de que en la escalada de la “realización profesional”, el cumplimiento de los mandatos familiares o en el pago de la cuota del iphone, estamos dejando nuestras propias vidas.

Otro tipo de escaleras que podemos subir.

Cada uno tiene sus sueños, algunos quieren ir al espacio y no entiendo muy bien por que una persona desearía estar en un lugar tan hostíl, otros sueñan con formar su familia y seguramente halla quien sueñe con estar en un lindo escritorio, a mi me gusta viajar y me gusta diseñar. Disfruto lo que hago, pero también hubo un momento en que no le encontraba el sentido y un sueño se estaba chupando al otro ¡Y se siente! -en mi caso particular me duele la boca del estomago-. Son alertas y hay que escucharlas, no podemos vivir quejándonos de todo lo que no nos gusta, ni echarle la culpa a otros de lo que no hicimos, hay personas que culpan a sus padres y algunas ¡hasta culpan a sus hijos!

No muy feliz haciendo una entrega de diseño.

No muy derecho hasta altas horas de la noche.

Hace ocho meses que estoy aprendiendo una nueva forma de vivir, regando mis dos sueños en una misma maceta. Elijo si me quedo o me voy, si me gusta o no me gusta, o si quiero probar qué ceviche hacen en el pueblo vecino.
En la realización de nuestros sueños no TODO es ideal, pero si estamos dando los pasos sobre él uno está más tranquilo con uno mismo. Sabemos que nacemos libres ¿pero nos sentimos libres? o ¿solo los fin de semana? 

del Tibet al Machu Picchu sin escalas.